Para medir la evaporación potencial se usa el evaporímetro Piché. Está formado por un tubo de vidrio cerrado por un extremo y abierto por el
otro, que se llena de agua destilada o de lluvia; su extremo abierto se tapa mediante un disco de papel secante sujeto por una. arandela de
alambre.
El aparato se cuelga dentro de la garita meteorológica con la boca abierta hacia abajo; el disco impide que el agua se derrame, pero se
impregna con ella y la deja evaporar sobre toda su superficie con mayor o menor rapidez, según las condiciones de temperatura y humedad del
aire. El tubo lleva grabada una graduación creciente de arriba abajo que representa milímetros.
El tamaño de los discos debe ser rigurosamente constante, pues la graduación del aparato está hecha teniendo en cuenta dicho tamaño. No se
olvide que la superficie evaporante es la de dicho disco (en parte por ambas caras) y que el tubo se ha hecho mucho más estrecho con objeto
de aumentar su sensibilidad y que puedan apreciarse fácilmente las décimas de milímetro.
La observación se efectúa una vez al día, por la mañana, anotando la graduación alcanzada por el agua dentro del tubo (la raya de la
graduación debe quedar tangente al vértice del menisco). Restando de esta lectura la del día anterior resultará la cantidad evaporada. Antes de
que el tubo quede vacío es preciso volverlo a llenar. Nunca debe quedar en el tubo una cantidad de agua inferior a la que se presume pueda
evaporarse en un día.
Si por descuido se encontrase el aparato completamente vacío, aquel día debe anularse la observación.
Hay que tener en cuenta que cuando se renueva el agua. (lo cual deberá hacerse, naturalmente, siempre «después» de haber efectuado la
observación) el día siguiente habrá que tomar como «lectura del día anterior» la que resulte «después» de renovar el agua, es decir, que el día
que se renueve el agua hay que efectuar dos lecturas: una «antes» para utilizarla como minuendo el mismo día y otra «después» para servir de
sustraendo el día siguiente.
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